En la sociedad actual se ha hecho un énfasis importante en la competencia. Con lo cual nos comparamos constantemente con los demás, generando en nosotros muchas dudas, miedos y por supuesto pérdida de nuestra confianza. Por ello, hoy por hoy “cree en ti a pesar de lo que suceda” se ha vuelto cuesta arriba para muchas personas.
No solo por el hecho de compararnos nosotros mismos con los demás, sino también porque la sociedad en la cual nos desarrollamos ejerce presión constante en compararnos unos con otros de diversas formas, como lo son:
- La edad.
- El credo.
- El género.
- La nacionalidad.
- El color de la piel.
- La identidad sexual.
- El nivel de formación académica.
La lista antes descrita no es limitativa, pues lo cierto es que existen muchas otras formas de comparación a las cuales nos vemos expuestos.
Debido al hecho de que esta es una situación constante y aunado a la dinámica en la cual nos encontramos inmersos, no nos tomamos el tiempo para darnos cuenta de lo que sucede con nosotros en nuestra dimensión emocional.
¿Somos menos que los demás?
Estar en comparación constante con los demás, hace que de forma inconsciente ocurran dos (fenómenos):
- Una disminución de nuestra autoestima.
- Un aumento de nuestra autoestima, porque analizamos nuestro progreso y vemos nuevas oportunidades.
Nuestra autoestima disminuye cuando al compararnos con los demás ponemos nuestro foco en lo que no tenemos, en lo que no hemos logrado, en lo que deseamos alcanzar y en lo que hemos perdido si todo eso lo tiene, lo ha logrado, lo alcanzado o no lo ha perdido la otra persona con la cual nos estamos comparando.
Con ello, lo único que conseguimos es aumentar la cantidad de emociones que nos restan paz, la alegría y el amor, lo cual podría llevarnos a entrar en un círculo vicio de preocupaciones y estrés que puede derivar en última instancia en adicciones y prácticas autodestructivas.
Por el otro lado, experimentamos un aumento de nuestra autoestima cuando adoptamos la posición de la curiosidad y ponemos el foco en analizar nuestros resultados y el de los demás con el fin de reconocer nuestro progreso y a su vez buscamos oportunidades de mejora que podamos implementar para continuar avanzando de forma consciente y constante. Todo pasa por darnos el permiso de reconocer y aceptar, en vez de negar y resistir.
Creer en nosotros mismos en situaciones adversas
Cuando hacemos algo y los resultados que obtenemos son diferentes a los que deseamos es normal pensar cosas del tipo:
- “No sirvo para esto”.
- “Jamás lo lograré”.
- “¿Por qué me metí en esto?”
- “Mejor abandono esto y hago otra cosa”.
Muchas otras frases de este tipo pueden venir a nuestra mente de forma automática e inconsciente. Por ello, me gustaría comentarte que independientemente de lo que suceda siempre creas en ti, pues como dijo Henry Ford:
Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, en ambos casos estás en lo cierto.
En aquello en lo que te enfocas se expande. Es decir, si crees que no puedes y te enfocas en el error, lo único que verás serán las evidencias que refuerzan esa creencia.
Y por el contrario, si crees en ti y te enfocas en los aprendizajes que has obtenido, condicionarás tu cerebro para que se enfoque y encuentre las oportunidades que te permitirán mejorar y hacer los ajustes necesarios para lograr ese objetivo que te has propuesto.
La decisión está en tus propias manos, pues si bien la opinión de los demás puede tener un impacto en nosotros en términos emocionales, lo cierto es que tú y únicamente tú, puedes crear el éxito que deseas para ti.
Ahora te pregunto, ¿Qué te impide creer en ti en este momento?
¡Comparte tu opinión con nosotros y este artículo con quien lo necesite!
Te leo…
