En los últimos tiempos la dinámica de las relaciones e interacción entre los seres humanos e incluso con la naturalesa y resto de los seres vivos de nuestro planeta se ha vuelto muy compleja. Son muchos los tipos de pensamientos, de opiniones, de etiquetas, de movimientos sociales y de creencias que han hecho que se produzca un aumento de la división entre las personas.
Esto no es secreto para la mayoría de las personas que caminan por esta tierra, pues los medios de comunicación masiva y sobre todo en las redes sociales es constante presentar estas situaciones como «noticias». Sin embargo, aunque nuestra decisión sea «alejarnos de los medios de comunicación» o «no entrar en las redes sociales», nos estamos ajenos a lo que sucede, pues basta ver, leer o escuchar las opiniones y comentarios de nuestros familiares, amigos e incluso vecinos para «tomarle el pulso al estado de la dinámica mundial».
No se trata de criticar, de señalar o de pelearnos con quien tiene una opinión diferente a la nuestra en la búsqueda de imponer nuestra propia opinión. Pues entrar en baile de «dimes y diretes» solo genera más radicalismo, agresividad, violencia, anarquía y destrucción. Se trata de comprender que:
«Cada cabeza es un mundo y que cada mundo es una estrategia».
Es decir, es fundamental comprender e integrar que cada ser humano tiene su propia manera de ver el mundo. Lo cual hace que se vuelva necesario comenzar a dejar de ver «la paja en el ojo ajeno y comenzar a ver la viga en el ojo propio» y comprender que cada individuo ha tenido referencias, pensamientos, situaciones y creencias que han sido parte del desarrollo de su personalidad y por ende en muchas áreas, temas y situaciones tendrá opiniones diferente a la nuestra.
Disentir no es sinónimo de violencia ni mucho menos quiere decir que seamos enemigos. Solo quiere decir que nuestro modelo del mundo es diferente al modelo de mundo de otras personas, pero que es igual de válido aún y cuando pensemos de forma diferente e incluso que no estemos de acuerdo.
Por eso, pensar que todas las personas son iguales, es un error común que traerá resultados que por veces serán muy desagradables. La razón de ello se debe al hecho de que, pensar de esa forma hará que tratemos a todo el mundo de la misma manera.
Es importante tener en cuenta que algunas palabras y acciones, pueden ser agradables para algunas personas, pero definitivamente para otras no lo será. Comprender esto es fundamental si deseamos y aspiramos a tener relaciones sanas con cada persona con la cual tengamos la gran oportunidad de interactuar, ya sean amigos, familiares e incluso personas desconocidas.
Las personas podrán olvidar lo que hicimos, podrán olvidar incluso lo que dijimos,
pero jamás olvidarán como las hicimos sentir.
Por ello, si deseamos impactar de manera positiva a las demás personas o a cada persona con la cual interactuemos, es fundamental que:
- Tratemos a cada individuo como lo que es: Una persona única que merece respeto, amor y comprensión.
- Evitemos meter a todo el mundo en el mismo saco.
- Ser empáticos.
En resumen, busquemos y promovamos la unión, la integración y el respeto por todas y cada una de las personas que transitan este planeta a través de acciones, palabras y acciones que se encuentren dirigidas a generar el entendimiento, relaciones sanas y una sociedad equitativa en la cual todos tengamos los mismos derechos y en la que cada individuo de manera consciente y responsable ejerza sus deberes. Evitemos la violencia y conflicto, y fortalezcamos la paz y la armonía. Para ello, la invitación es ser nuestra mejor versión y simultáneamente…
Demos a cada persona el trato que deseamos recibir.
Y tú, ¿Tienes el hábito de tratar a todas las personas de la misma forma?
¡Comparte tu opinión con nosotros y este mensaje con quien lo necesite!
Te leo…